NATALIA LAGO - Un militante antitaurino llamado Francisco de Goya Una exposición en El Prado muestra la visión crítica del artista sobre la tauromaquia. Quien piense que Goya era un gran aficionado a los toros está muy equivocado. Y así lo demuestra la exposición Visión crítica de una fiesta que se inauguró ayer en el Museo del Prado y que ofrece la mirada antitaurina y la enorme crítica a la fiesta nacional que realiza el pintor aragonés en la Tauromaquia. «Se trata de una exposición indudablemente ideológica y visual sobre uno de los temas más apasionantes y preocupantes de la época», señala José Manuel Matilla, conservador del departamento de Estampas y Grabados del museo. Una época en la que la fiesta nacional era un divertimento que los ilustrados querían abolir. Goya se inspiró en la fiesta taurina por razones económicas y no por afición. Era el único tema del que había demanda y que parecía no tener connotaciones políticas.Sin embargo, el intento de comercialización de la Tauromaquia, tercera serie gráfica del pintor, fue un fracaso. Su venta se realizó fundamentalmente en Francia. «En España, los taurinos del momento tampoco estaban interesados en las obras porque estas estampas mostraban la parte más violenta de la fiesta. Por eso, estaban situadas en el contexto antitaurino», explica Matilla. La exposición se compone de 38 estampas. La mayor parte de los dibujos preparatorios se conservan en el Museo del Prado desde 1886. Incluso, se presentan algunos de una de las primeras ediciones de la Tauromaquia, que acaba de adquirir el Ministerio de Educación y Cultura por un valor de 170.000 euros, según informó ayer el director del Prado, Miguel Zugaza. «La compra a un anticuario alemán coincide con la exposición de una de las series grabadas más fascinantes y más populares de Goya». Exponentes ilustrados La exposición, que permanecerá en el Prado hasta el 30 de junio y que cierra un ciclo patrocinado por la Fundación Winterthur que comenzó con las exposiciones y la edición de los libros sobre las series Los Caprichos y Desastres de la Guerra, se divide en dos partes. La primera, Fuentes literarias y visuales, intenta contextualizar ideológicamente la serie. En ella, se encuentran una serie de manuscritos procedentes de los máximos exponentes de la Ilustración como Jovellanos o José Vargas Ponce con su Disertación sobre las corridas de toros, de 1807, o la Carta histórica sobre el origen y progreso de las fiestas de toros en España escrita por Moratín en 1777. Además, incluye tres estampas de Antonio Carnicero y una de Luis Fernández Noseret. En la segunda parte, El sentido de la tauromaquia: crónica o crítica de la fiesta, la reflexión suscita una pregunta: ¿Trataba Goya de ilustrar la historia de la fiesta o de interpretarla como una crítica a los toros por la violencia que embargaba el ambiente? «Desde luego no es casual que finalice la serie con la muerte del torero Pepe-Hillo en 1801, cogida que conmocionó a la sociedad de la época hasta el punto de que provocó la prohibición de las corridas. La violencia que existe en la lucha del hombre con un animal conduce a los momentos más violentos que vivió Goya: la guerra. Las estampas de Los Desastres hablan el mismo lenguaje que la Tauromaquia. En el fondo, podemos intercambiar toros por franceses. En definitiva, es la crítica a la violencia», explica Matilla sobre esta muestra que también pretende ofrecer una visión didáctica y enseñar al público a ver las estampas. Asimismo, el conservador del Prado señala la vigencia de estos grabados porque «tratan problemas que ya se daban en el siglo XVIII y XIX. Y hoy siguen existiendo los taurinos y antitaurinos.No podemos permanecer impasibles ante la fiesta nacional». (Publicado en el diario El Mundo del siglo XXI el 6 de abril de 2002)